INTRUSOS
Ann deambulaba cual sombra de
sombras, merodeaba como una gata en la noche con su vestido hecho jirones. La
cara lavada, la boca pintada, el resplandor de una idea rozaba su espalda; aún
la herida de la última pasión no cerraba. “Me he declarado con tifus de amor”
(si acaso se le puede llamar amor a este deseo fatuo).
Por
la tarde el viejo que cuidaba la puerta le sonreía, no miraré Ann, no le diré
Ann; pareciera decir bajo esa barba larga y filuda. No son tan intensos los
amores ideales, como las pasiones bajas.
Feliz 14.